martes, 26 de abril de 2011

Foto de Arpana Vidroh

La eternidad no es la continuidad del tiempo para siempre. Ese es el sentido que
aparece en los diccionarios. por siempre jamás. Pero para siempre es parte del
tiempo... de un tiempo prolongado indefinidamente, pero sigue siendo tiempo. La
eternidad es salirse del tiempo; es atemporal, sin tiempo.
El momento presente es la puerta a la eternidad. El pasado y el futuro son parte del
tiempo. El presente no es parte del tiempo... el presente se encuentra entre los dos, entre el
pasado y el futuro. Si estáis absolutamente alertas, solo entonces os halláis en el presente; de
lo contrario, no dejáis de perdéroslo. Si no estáis alertas, cuando lo estéis ya habrá pasado, se
habrá convertido en pasado; es muy veloz.
De modo que entre el pasado y el futuro hay una puerta, una abertura, un intervalo -el
ahora- que es la puerta a la eternidad. Solo en esta es posible la felicidad: en el tiempo, en el
mejor de los casos, está el placer; en el peor, el dolor, pero ambos son fugaces. Su naturaleza
no es diferente. El dolor viene y va, el placer viene y va. Son burbujas de agua momentáneas.
La felicidad carece de contrapartida. No es una dualidad de placer y dolor, de día y
noche. Es no dual, no tiene opuesto. Es una trascendencia. Intentad estar cada vez más en el
presente. No os adentréis demasiado en la imaginación y la memoria. Siempre que os
encontréis adentrándoos en la memoria, en la imaginación, devolveos al presente, a lo que
estáis haciendo, adonde estáis, a quienes sois. Regresad una y otra vez al presente. Buda lo
llamó la evocación de uno mismo; en esa evocación entenderéis poco a poco lo que es la
eternidad.