lunes, 25 de abril de 2011

Comparación ( Osho)

Foto de Arpana Vidroh

Mi sugerencia es: disfrutad de la música, de la poesía, de la naturaleza, pero
evitad la tentación de diseccionarlas. Y tampoco comparéis, porque las comparaciones
son inútiles.
No comparéis una rosa con una caléndula. Las dos son flores, de modo que es indudable
que poseen ciertas similitudes, pero ahí es donde termina su parecido. También son únicas.
Una caléndula es una caléndula... su color es de un dorado danzarín. La rosa es una rosa... esa
tonalidad rosácea, esa viveza. Las dos son flores, de modo que ambas son similares, podéis
encontrar similitudes, pero no tiene sentido hacerlo. Podéis perder de vista su singularidad, y
esa singularidad es hermosa. Las similitudes no tienen mucho sentido.
Hay personas que no paran de encontrar similitudes: qué hay de similar en el Corán y en
la Biblia, y qué es similar en la Biblia y en los Vedas. Son personas estúpidas; pierden su
tiempo y perderán el tiempo de otras personas. Buscad siempre lo único y evitad la tentación
de compararlo, porque la comparación lo tornará mundano, mediocre.
Jesús convirtió el agua en vino. Ese es el milagro de un poeta, eso es poesía... convertir
agua en vino. Las palabras corrientes se vuelven tan embriagadoras cuando proceden de un
poeta, que uno puede emborracharse. Pero luego están los profesores, los maestros y los
eruditos que hacen exactamente lo opuesto: son expertos en convertir el vino en agua. ¡Son
los verdaderos anticristo! No hagáis eso. Si no podéis convertir el agua en vino, es mejor no
hacer nada.