viernes, 6 de febrero de 2009

De Osho

Foto de Arpana Vidroh

Amado Bhagwan: ¿Es el camino del rebelde el camino del medio o el de los extremos?
Te he oído hablar a favor y en contra de ambos y también decir que no hay camino. ¿Qué guía al rebelde?

El rebelde no tiene un camino a seguir, los que siguen un camino no son rebeldes. El mismo espíritu de la rebelión es que no necesita guía. Es una luz en sí misma.
Los que no pueden rebelarse piden consejo, quieren ser seguidores. Su psicología es que al seguir a otros se libran de toda responsabilidad. El guía, el maestro, el líder, el mesías, se hace responsable de todo. Lo único que se pide del seguidor es que tenga fe. Y tener fe es otro nombre de la esclavitud espiritual.
El rebelde está tremendamente enamorado de la libertad -libertad total, nada menos que eso. Por lo tanto, no tiene salvador, ni mensajero de Dios, ni mesías, ni guía. Se mueve según su propia naturaleza. No sigue a nadie, no imita a nadie. Ciertamente, ha elegido el más peligroso modo de vida, lleno de responsabilidad, pero de tremenda dicha y libertad.
Cae a menudo, comete errores, pero no se arrepiente de nada, pues aprende un profundo secreto de la vida: cometiendo errores te vuelves sabio. No hay otra manera de volverse sabio.
Al perderte, cada vez estás más claro de lo que es correcto y de lo que es errado; pues todo lo que trae miseria, sufrimiento, lo que hace de tu vida una interminable oscuridad sin aurora, significa que te has perdido. Descúbrelo y vuelve otra vez al estado de ser en que eres pacífico, silencioso, sereno y una fuente de bienaventuranza, y estás otra vez en el camino correcto. No hay otro criterio que ése.
Ser dichoso es correcto.
Ser miserable es erróneo.
El peregrinaje del rebelde está lleno de sorpresas. No tiene ni mapas ni guía, así que en cada momento llega a un nuevo espacio, a una nueva experiencia -a su propia experiencia, a su propia verdad, a su propia dicha, a su propio amor.
Los que siguen a otros, nunca conocen la belleza de tener sus propias nuevas experiencias. Siempre han estado utilizando conocimiento de segunda mano y pretendiendo ser sabios. La gente es por cierto muy extraña. No les gusta usar zapatos de segunda mano. Pero en su cabeza. ¡Qué basura!… ¡Zapatos de segunda mano! Todo lo que saben es prestado, imitado, aprendido, no por experiencia sino de memoria. Su conocimiento consiste en memorizar.
El rebelde no tiene camino como tal.
Camina y al hacerlo hace su senda.
El rebelde es casi como un pájaro volando en el cielo, ¿Qué camino sigue? No hay autopistas en el cielo, no hay huellas, no hay pájaros antiguos ni grandes pájaros, ni Buddhas. Ningún pájaro deja huellas en el cielo, por eso el cielo está siempre abierto. Vuelas y haces tu sendero.
Encuentra la dirección que te produce regocijo. Dirígete hacia la estrella que hace repicar campanas en tu corazón. Eres tú el factor decisivo. ¡Nadie más!
Es por esto que he hablado muchas veces del camino del medio, cuando refutaba a los que siguen los extremos, porque el extremo nunca puede ser completo. Es sólo una polaridad. En ciertos contextos los he contradecido, diciendo que estar en una polaridad es perder la otra, es vivir sólo media vida. Permanecerás siempre sin disfrutar algo tremendamente valioso sin nunca saber qué es. En ese contexto he hablado del camino del medio.
El que marcha por el camino del medio, el medio dorado, exactamente en la mitad, tiene ambos extremos, como alas que llegan a los rincones más lejanos. Comprende en su ser lo que es toda la polaridad. Está en el medio, pero sus alas alcanzan ambos extremos simultáneamente. Vive una vida de totalidad.
En otros contextos sin embargo, he hablado contra el camino del medio porque la vida no es tan fácil de entender. Es el fenómeno más complejo del mundo. Tiene que serlo pues es el estado de conciencia más evolucionado de la existencia entera.
Su complejidad básica es que nunca puedes hablar de ella en su totalidad, sólo puedes hablar de un aspecto. Y al hablar de un aspecto automáticamente niegas los otros o al menos los ignoras, y la vida es una combinación de todas las contradicciones. Así, al hablar de un aspecto, el que se le opone - que es tan parte de la vida como el otro del que estás hablando - debe ser negado, anulado.
Entenderme significa entender todo en un cierto contexto. Nunca lo tomes fuera del contexto o quedarás simplemente confundido, alelado. A veces he hablado del camino del medio porque como les dije, comprende la totalidad de la vida. Su belleza es la totalidad. A veces he hablado, a favor de los extremos, porque los extremos tienen su propia belleza.
La vida del hombre que camina en el medio es siempre tibia. Es un hombre precavido; cada paso lo toma muy calculadamente, temeroso de moverse hacia el extremo.
El que sigue la vía del medio no puede vivir apasionadamente, no puede quemar la antorcha de la vida por los dos extremos simultáneamente. Por eso hay que aprender la vida en sus puntos extremos. El punto extremo conoce la intensidad, pero no conoce la totalidad…, así que cuando hablaba de intensidad he enfatizado los extremos. Pero todos estos fueron dichos en cierto contexto.
También he dicho que no hay camino; con la idea de camino, siempre concebimos las carreteras, las autopistas, que están ya ahí - lo único que hace falta es caminar por ellas. Por eso es que he estado negando que hayan caminos.
En el mundo de la realidad, tú tienes que crear el camino, mientras por él caminas. Al caminar vas creando poco a poco una senda; así mismo estás penetrando territorios desconocidos, sin límites, sin senderos, sin puntos de referencia. Tu caminar está creando un camino, por cierto, pero no puedes seguirlo. Ya has caminado por él; así es como ha sido creado.
Y recuerda, tu camino no será el de ningún otro, pues cada individuo es tan único que si sigue el camino de otro pierde su propia identidad, su propia individualidad que es la más hermosa experiencia de la existencia.
Si te pierdes a ti mismo ¿qué puedes ganar? Serás sólo un hipócrita. Es por eso que todos los pretendidos religiosos son los peores hipócritas del mundo. Están siguiendo a Jesucristo, o a Gautam el Buddha, o a Mahavira.
Esta gente no sólo es hipócrita sino también cobarde. No toman su vida en sus propias manos, no respetan su propia dignidad, no tratan de descubrir. “¿Quién soy yo?”. Simplemente tratan de imitar a otros. Pueden llegar a ser buenos actores, pero nunca llegarán a ser ellos mismos. Y tu actuación -por correcta y buena que sea- seguirá siendo superficial, sólo una capa de polvo sobre ti. Cualquier situación puede rasguñarte y tu realidad aparecerá.
No puedes perder tu singularidad.
Eso es tu mismo ser.
Y en particular el rebelde…, su propia base, sus propios cimientos, su propia espiritualidad, su propio ser no es otra cosa que una afirmación de su singularidad. Y no quiere decir que es una simple afirmación de su ego, pues él respeta tu singularidad también.
La gente no es ni igual ni desigual. Esas filosofías son absolutamente anti-psicológicas, sin base alguna en la verdad científica. La idea misma de igualdad es completamente infundada. ¿Cómo es posible concebir que seres humanos únicos sean iguales?
Sí, deben tener las mismas oportunidades -¿Pero para qué?- Por una razón muy extraña. Se les debe dar igual oportunidad de crecer para que lleguen a ser ellos mismos. En otras palabras deben tener igual oportunidad de ser desiguales, de ser únicos. Y la variedad de flores diferentes, de colores diferentes, de perfumes diferentes, hace al mundo rico.
Todas las religiones han tratado de hacer al mundo más y más pobre. Simplemente piensa…, la población del mundo está acercándose a -tal vez al fin de este mes llegue a - cinco mil millones. ¡Imagínate! cinco mil millones de gente como Mahavira, caminando desnuda de un lado a otro. Ni siquiera tendrán comida. ¿A quién mendigarán? ¿Quién les dará algo? Porque a donde se vuelvan encontrarán otro Mahavira, desnudo y hambriento pidiendo comida.
Es bueno que la gente no sea tan estúpida, que no hayan seguido a toda esa gente hasta el fin. Les dijeron adiós y agregaron: “Te adoraremos, haremos templos en tu honor; pero perdónanos, no podemos llegar tan lejos. Eso es sólo para gente especial”. - Únicamente para veinticuatro personas en toda la creación, de los cuales los historiadores creen que veintiuno son totalmente falsos, que nunca existieron. Sólo tres son figuras históricas. Pero en ese momento la idea y el número de veinticuatro se habían hecho muy fuertes por cierto.
También los números tienen a veces su día. En América se cree que el trece es un número muy peligroso. Ahora bien, es un pobre número como cualquier otro; en el mundo entero nadie imagina nada sobre el número trece. Pero en América los hoteles simplemente omiten el piso trece. ¡Se pasa del doce al catorce! El trece simplemente no se cuenta, porque nadie quiere estar en ese piso. Las autoridades municipales no pueden poner el número trece en ninguna casa, el número trece falta simplemente en todas las ciudades. Después del doce viene el catorce porque nadie quiere tener el trece, es maligno.
En la época de Mahavira el número veinticuatro se volvió un número muy espiritual. Estas cosas ocurren como una moda. No se puede dar una evidencia muy racional acerca de cómo suceden.
Los jainas declararon tener veinticuatro tirthankaras. El número veinticuatro se hizo importante debido a que el día tiene veinticuatro horas y la creación entera está concebida casi como un día. Una mitad será noche oscura y la otra estará llena de luz.
En una creación determinada habrá veinticuatro tirthankaras…, justo como los viejos relojes de pie, con una campana que suena cada hora. Estos tipos de relojes existen aún hoy en las torres de los pueblos y en las universidades.
Nadie los quiere en casa porque toda la noche no te dejan dormir. Al reloj no le importa si duermes o estás despierto; simplemente prosigue mecánicamente.
La mecánica de la existencia, de acuerdo al jainismo, es que cada hora de la existencia -lo que significa millones y millones de años -será precedida por un tirthankara y sucedida por otro. Es por eso que hay veinticuatro tirthankaras. Sólo tres, o a lo sumo cuatro, el cuarto es un poco dudoso…, pero veinte son ciertamente la creación imaginaria para completar el número veinticuatro.
Gautam el Buddha…, sus seguidores deben haber sentido con toda seguridad: “¡Somos muy pobres, tenemos sólo un Buddha y esta gente tiene veinticuatro tirthankaras, todos iluminados, todos despiertos! Nuestra religión es muy pobre, hay que hacer algo”. ¡Es una típica competencia en el mercado! No podían decir que ya había habido veintitrés Buddhas antes, pues no había ninguna indicación en su historia, ni templos dedicados a otro Buddha, ni escrituras sagradas describiendo otros Buddhas. Era muy difícil para ellos; así que encontraron otra fórmula.
Crearon la historia que el mismo Buddha había nacido veintitrés veces antes. Todo lo que había dicho antes lo diría una vez más, completamente refinado, bien sistematizado en la vigésima cuarta vez, al venir al mundo por última vez. Y es por eso que no existían escrituras sagradas. Así es como se las arreglaron para llegar al número veinticuatro.
Hasta ese momento los hindúes tenían sólo diez avatares, diez encarnaciones de Dios. De pronto sintieron…, hasta la época de Mahavira las escrituras hindúes describen sólo diez encarnaciones de Dios. De pronto vieron que en el mercado pasarían por pobres; si alguien preguntara: ¿Sólo diez? Los jainas tienen veinticuatro, los budistas tienen veinticuatro, veinticuatro es la ley universal - puesto que estas eran las únicas tres religiones en India en ese tiempo.
Los hindúes estaban en un buen lío. ¿Qué hacer? Todas sus sagradas escrituras decían que había sólo diez encarnaciones. Estaban en una situación peor que la de los budistas. Estos al menos habían fabricado una linda historia porque no tenían escrituras; no hay nada registrado porque en su última encarnación Buddha lo diría todo con el máximo refinamiento. Ha habido veintitrés ensayos; la versión final, la veinticuatro será de una absoluta perfección. Entonces se registrará todo, se harán las estatuas y se erigirán templos. Por lo menos no había nada contrariando su imaginación. En el vacío podían arreglarse para rellenar con unos cuantos Buddhas imaginarios.
Los hindúes en cambio tenían mayores dificultades. Todos sus libros sagrados sin excepción hablaban de diez. Esto les molestó en realidad muy poco, empezaron a crear nuevas escrituras sin preocuparse de la tremenda contradicción que creaban. Todas las escrituras hindúes creadas después de Buddha y Mahavira tienen veinticuatro reencarnaciones. ¡El número tiene que ser igual!
Estas religiones no han enseñado la verdad.
Sólo han esclavizado a la humanidad.
Sólo han estado tratando de aumentar el número de sus rebaños lo más posible, porque los números dan el poder. Y los cobardes estaban listos para seguir al rebaño, a la muchedumbre, porque los cobardes se sentían solos, asustados. En este vasto universo, y estás solo…, nadie ni siquiera un compañero - silencio completo en los cielos, nadie que te señale el camino, nadie para guiarte.
El rebelde es el verdadero ser espiritual. No pertenece a ningún rebaño, a ningún sistema, a ninguna organización, a ninguna filosofía. En pocas palabras: no toma prestado de nadie; cava profundamente dentro de sí y llega a su propia savia, a su propia fuente de vida.
¿Qué necesidad hay de un camino? Ya estás aquí -existes, estás consciente. Todo lo necesario para la búsqueda básica, te lo ha dado la existencia misma.
Busca dentro de tu conciencia y encuentra su sabor.
Busca dentro de tu vida y encuentra su eternidad.
Mira dentro de ti y encontrarás lo más sagrado. El más sagrado templo es tu propio cuerpo -porque alberga la esencia de Dios, divinidad, todo lo que es bello, todo lo que es verdadero y valioso.
Preguntas: “¿Qué guía a un rebelde?”. Esa es la belleza del rebelde, que no necesita un guía. Es su propio guía; su propio camino, su propia filosofía y su propio futuro. Es una declaración: “Soy todo lo que necesito y mi hogar es la existencia. No soy un extraño aquí”.
Osho Rajneesh- El Rebelde

Cap. 14, Libertad total: Menos que Eso, no
Págs. 123,130