lunes, 10 de diciembre de 2012

Cualidad del deseo ( Krisnhamurti)





... ¿Qué ocurre si no condenamos el deseo, si no lo juzgamos como bueno o malo, sino que simplemente nos damos cuenta de él? Me pregunto si ustedes saben qué significa darse cuenta de algo. La mayoría de nosotros no se da cuenta, por que nos hemos acostumbrado a condenar, juzgar, evaluar, identificar, optar. La opción nos impide, obviamente, darnos cuenta, porque siempre optamos como resultado de un conflicto. El darse cuenta de las cosas cuando uno entra a una habitación, el ver todos los muebles, la alfombra o su ausencia, etcétera, el sólo ver, el percibir todo ello sin sentido alguno de juicio, es algo muy difícil. ¿Alguna vez ha intentado usted mirar a una persona, una flor, una idea, una emoción, sin optar, sin juzgar en absoluto?
¿Y si uno hace lo mismo con el deseo, si uno vive con él, sin negarlo ni decir: «¿Qué haré con este deseo? Es tan desagradable, tan imperioso, tan violento…», sin darle un nombre, un símbolo, sin cubrirlo con una palabra, entonces, ¿sigue existiendo la causa del desorden? En consecuencia, ¿es el deseo algo que debe ser sacrificado, destruido? Queremos destruirlo, porque un deseo acomete contra otro creando conflicto, desdicha y contradicción; y uno puede ver cómo intenta escapar de este conflicto interminable. Entonces, ¿puede uno darse cuenta de la totalidad del deseo? Lo que entiendo por totalidad no es un deseo o muchos deseos, sino la cualidad total del deseo en sí.