lunes, 24 de enero de 2011

Entre el placer y el dolor (Osho)

Foto de Arpana Vidroh

El único estado en el que uno puede transformarse en un morador permanente es
el espacio que no está ni aquí ni allá.
Hay una cualidad de silencio y calma... tranquilidad. Desde luego, al comienzo parece
muy insípida porque no hay ni dolor ni placer. Pero todo dolor y todo placer es simple
excitación. A la excitación que os gusta la llamáis placer. A la que no os gusta la llamáis
dolor. A veces sucede que puede empezar a gustaros una cierta excitación que se transforma
en placer, y puede empezar a gustaros otra excitación que puede convertirse en dolor. De
modo que la misma experiencia puede volverse dolor o placer; depende de lo que os guste o
desagrade.
Relajaos en el espacio entre el placer y el dolor. Es el estado más natural de relajación.
En cuanto empezáis a estar en él, a sentirlo, aprenderéis su sabor. A eso lo llamo el sabor del
Tao.
Es como el vino. Al principio será muy amargo. Uno ha de aprender. Y es el vino más
profundo que hay, la mayor bebida alcohólica de silencio, tranquilidad. Uno se embriaga con
ella. Poco a poco entenderéis su sabor. Al comienzo carece de sabor porque tenéis la lengua
demasiado llena de dolor y placer.