miércoles, 5 de enero de 2011

El hilo (Osho)

Foto de Arpana Vidroh


Este es el trabajo para un meditador: encontrar el hilo.
El mundo se encuentra en un flujo constante, es como un río, fluye, pero detrás de todo
ese flujo y cambio debe haber un hilo conductor que mantiene todo unido. El cambio no es
posible sin algo que permanezca absolutamente inmutable. El cambio solo puede existir en un
elemento de no cambio, de lo contrario las cosas se desmoronan.
La vida es como una guirnalda: no veis el hilo que corre entre las flores, pero está ahí,
manteniéndolas unidas. Si no estuviera, las flores se desmoronarían; habría un montón de
flores pero no una guirnalda. Y la existencia no es un montón, es un patrón muy bien trazado.
Las cosas cambian, pero existe algún elemento inmutable que mantiene una ley cósmica
detrás de todo. Esa ley cósmica se llama sadashiva, el Dios eterno, el Dios atemporal, el Dios
inmutable. Y ese es el trabajo para un meditador: encontrar el hilo.
Solo hay, dos tipos de personas: una queda demasiado cautivada por las flores y olvida
el hilo. Lleva una vida que no puede tener un valor o un significado duraderos, porque sin
importar lo que haga, se desvanecerá. Hoy lo hará, mañana no estará. Será alzar castillos de
arena o botar barcos de papel. El segundo tipo de hombre busca el hilo y dedica toda su vida a
aquello que siempre permanece; jamás es un perdedor.