miércoles, 19 de enero de 2011

Amistad (Osho)

Foto de Arpaa Vidroh

La primera amistad ha de ser con uno mismo, y en muy contadas ocasiones
encontraréis a una persona que sea amigable hacia sí misma. Somos enemigos para
nosotros mismos, y en vano esperamos poder ser amigos de otros.
Se nos ha enseñado a condenarnos. El amor a uno mismo se ha considerado como un
pecado. No lo es. Es el cimiento de los demás amores, su misma fundación. Solo a través del
amor a uno mismo resulta posible el amor altruista. Porque el amor a uno mismo ha sido
condenado, todas las demás posibilidades de amor han desaparecido de la Tierra. Ha sido una
estrategia muy astuta para destruir el amor.
Es como si le dijerais a un árbol: «No te nutras a través de la Tierra; eso es un pecado.
No te nutras de la Luna y del Sol y de las estrellas; eso es egoísmo. Sé altruista... sirve a otros
árboles». Parece lógico, y ahí radica el peligro. Parece lógico: si queréis servir a otros,
entonces sacrificaos; el servicio significa sacrificio. Pero si un árbol se sacrifica, morirá, no
será capaz de servir a ningún otro árbol; no será capaz de existir.
Al hombre se le ha enseñado: «No te ames a ti mismo». Ese casi ha sido el mensaje
universal de las así llamadas religiones organizadas. No de Jesús, pero desde luego del
cristianismo; no de Buda, pero sí del budismo... todas las religiones organizadas han tenido
una enseñanza: condenaos, sois pecadores, no valéis nada.
Y debido a esa condena, el árbol del hombre se ha encogido, ha perdido lustre, ya no
puede regocijarse. La gente se arrastra de algún modo. La gente no tiene raíces en la
existencia... está desarraigada. Intenta ser de ayuda a otros sin conseguirlo, porque ni siquiera
ha sido amigable consigo misma.