domingo, 4 de enero de 2009

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Foto de Arpana Vidroh
La mañana de un verano recién empezado se esperaba calurosa. Los primeros rayos de sol se intentaban forjar un camino entre los pliegues de la cortina, dando los buenos días a la vida. Cubierto por unas sábanas blancas con el filo de encaje y un patito azul bordado en el revés, con una manta de lana de color celeste confeccionada por la tía con tanto amor y esmero para tal evento, él dormía placidamente ajeno a todo lo que lo rodeaba. El día anterior había sido muy ajetreado. Después de 9 meses flotando en el agua con una temperatura de lo más agradable, de repente había sido sacudido, golpeado, tirado, revirado, manipulado y por poco, asfixiado. Aire, luz, frío…. y cosas y gente y ruido… ¡A gusto había estado en el agua, en la oscuridad, en el calor… y solito…! Ahora se tendría que enfrentar a todos estos factores externos para poder soportarlos, asumirlos y ser más fuerte que ellos. La tarea iba a ser muy ardua para un ser tan pequeño y al parecer tan indefenso; pero durmiendo él ya se estaba preparando.Se había sentado en una piedra al borde del camino que le llevaba de retorno a su casa. El dedo gordo de su pie derecho había traspasado las mallas del calcetín tan usado que había ido resbalando en el interior del zapato y le molestaba para seguir caminando. Al caerse jugando al football durante el recreo, el tirante del pantalón corto que había heredado de su primo mayor se había roto y colgaba arrastrándose en el polvo. Le alcanzaba el olor de unas castañas recién asadas en el puesto que se encontraba a la esquina de la calle siguiente. Tendría que pasar delante de la venta de Doña Maruca, lo que cada día significaba una tortura por la cantidad de golosinas de color expuestas a la misma entrada y que le eran prohibidas. ¿Para qué volver a casa? La maleta del colegio le pesaba tanto, llena de normas, condiciones y obligaciones. Al fin y al cabo, sólo caminar un poco más, bajando hasta la costa, podría llegar hasta el caletón y darse un bañito, y mirar las olas y darle patadas a la arena y perseguir las gaviotas y saltar de risco en risco. Pero tenía hambre y recordando el tazón de leche con gofio que le tendría preparado su madre para la merienda, decidió dejar la aventura para el día siguiente.Creyó ser artista. Hasta la fecha nunca se había dado cuenta de su afición a las formas redondas, a las curvas y al movimiento. Descubrir e indagar en lo prohibido le fascinaba. Compartirlo luego con los amigos en el instituto y competir con ellos y comparar las experiencias o las ganas de tenerlas provocaba que durante la noche, sólo en su universo, lo visto, lo escuchado se entremezclaban con los sueños, alterando la temperatura del cuerpo, acelerando los latidos del corazón, bombeando el flujo de la sangre, tensando los músculos hasta explotar como la ola que estalla en la roca. Las veía a diario, las contemplaba a escondidas, se cruzaba con ellas, las rozaba, las tropezaba a posta, logrando que su imaginación adivine lo que se dibujaba debajo de tanta falda. No sabía cual era más guapa. Sólo dependía de la altura donde dirigía la vista. Mejor era fijarse en el detalle que en el conjunto para poder luego, a solas, trasladar el dibujo a la pintura de su mente. Los días de playa, la obra parecía definirse mejor. El brillo del agua en las pieles tostadas, el pelo mojado y las curvas… las curvas que se confirmaban…Seguía con su empeño de ser más fuerte que lo que le rodeaba. Pensó entonces que la mejor manera de dominar la luz, era comprendiéndola manipulándola. Estudió electricidad. Imaginó que para entender el viento y el mar, lo mejor era atravesarlos. Se fue a África y a América. Creyó que la mejor forma de vencer las normas establecidas, era controlándolas y haciéndolas cumplir. Se vistió con tricornio. Se convenció que en vez de luchar contra ondas y curvas, era mejor luchar con ellas. Se enamoró. Decidió que para soportar a la gente, debía ayudarla y que para asumir las cosas, quería meditar; y para el ruido, el silencio; y para las emociones, la poesía. Pero no le bastaba.Sabemos que las personas que viven en los continentes, sueñan en islas, las que viven en islas, sueñan en islotes y las que viven en islotes sueñan en continentes. ¿Ahora donde está él? ¿En que lugar habrá escapado? ¿Qué rumbo habrá cogido? ¿Qué sueño habrá perseguido? ¿Qué océano estará atravesando?
Agradezco este relato a mi amiga Soisick