Se adelantó el relente a la llegada de la mañana
las aves nocturnas sintieron la humedad en sus plumas
la luna crecía sigilosa en un cielo incierto y profundo
solo los eucaliptos mantienen su rigidez, sacian su sed
el pensamiento se detiene como cuando cesa la ultima exhalación
y en ese instante sobreviene ante mi todo el firmamento
trasladando toda mi existencia a una gota de rocío
que en el descuido de la noche de otoño
irrigó las camelias blancas de mi jardín