Foto de Arpana Vidroh
El Emperador, que era un budista devoto, invitó a un gran maestro de Zen
al palacio para hacerle preguntas acerca del Budismo.
“¿Cuál es la verdad más alta de la santa doctrina budista?”, preguntó el Emperador.
“El inmenso vacío... y ni una huella de santidad”, contestó el maestro.
“Si no hay santidad”, dijo el emperador, “entonces ¿quién o qué es usted?”.
“No lo sé”, contestó el maestro.
al palacio para hacerle preguntas acerca del Budismo.
“¿Cuál es la verdad más alta de la santa doctrina budista?”, preguntó el Emperador.
“El inmenso vacío... y ni una huella de santidad”, contestó el maestro.
“Si no hay santidad”, dijo el emperador, “entonces ¿quién o qué es usted?”.
“No lo sé”, contestó el maestro.